Suplementos de proteína

Son productos creados para complementar la alimentación, a partir del aislamiento del macronutriente proteína que se extrae de alimentos de origen animal o vegetal. Usualmente se presentan en forma de polvo.

La proteína en polvo, ya sea aislada o concentrada, aporta exclusivamente proteína, sin los carbohidratos ni las grasas que normalmente acompañan este nutriente en los alimentos naturales. Por eso, es una forma más limpia y precisa de alcanzar los requerimientos diarios de proteína, ideal para quienes buscan controlar su ingesta calórica o mejorar su rendimiento deportivo.

Lo ideal es disolverla en 250 a 300 ml de agua. Puedes complementarla con media o una porción de algún alimento rico en glucosa de absorción rápida (como una fruta) y, si lo deseas, añadir una dosis de vitamina C para mejorar su absorción.

Busca una proteína aislada o concentrada que esté libre de aditivos como colorantes, espesantes, sabores artificiales o azúcares añadidos. Puede ser de origen vegetal o animal, dependiendo de tus preferencias y tu tolerancia gastrointestinal.

Esto depende de tus necesidades nutricionales, pero en general, se recomienda una dosis entre 10 y 30 gramos justo después de entrenar (dentro de los 10 a 30 minutos posteriores), según estés en un ciclo de definición, mantenimiento o volumen.

No. Lo que genera aumento de peso es consumir más calorías de las que tu cuerpo necesita. La proteína en polvo, cuando se utiliza como complemento dentro de tus requerimientos nutricionales, no solo no engorda, sino que ayuda a mantener y construir masa muscular. Siempre es recomendable consultar con un nutricionista para usarla de forma adecuada.

Permite una ingesta más limpia y eficiente de proteína, sin el “extra” de grasas o carbohidratos que suelen venir con los alimentos naturales. Esto la convierte en una excelente opción para alcanzar tus metas nutricionales sin sobrepasar tus calorías diarias.